viernes, 2 de diciembre de 2016

La mejor razón la espada


Bibliografía: “Manual de Esgrima y Duelo”, por D. Antonio Heraud y Clavijo de Soria. Nueva edición. Comprende una nota preliminar y III partes (Historia de la Esgrima, Tratado de la Esgrima y Duelo), y 114 láminas. Editado e impreso por Librería de la Viuda de CH. Bouret. París y Méjico, 1892


Por José Luis Mignelli

                                   


“Miserable arquero, tú que te jactas tanto de tu rizada cabellera, y que sólo sabes mirar a las mujeres, atrévete a atacarme de frente con las armas en la mano y verás que tu arco y tu carcax no lograrán salvarte.”

Diomedes                                   



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Que entre gente encopetada
Y caballeros de nervio
Dice un antiguo proverbio
La mejor razón la espada

“Un lance de honor” de Wenceslao Ayguals de Izco


                              


Señala el autor en la nota preliminar de este trabajo, además de los títulos que incorpora y que motivan la nueva edición, la estrecha relación de la esgrima con la guerra y la defensa personal, circunstancias que hacen al tema apasionante. Acota que la esgrima en la antigua Roma tiene relación con la nuestra, ya que el combate a muerte de los gladiadores se parece mucho a los duelos de nuestra época (fines del siglo XIX), ya sea por razones de honor o cuando ante el disenso, periodistas y políticos buscan una satisfacción extra legal a reales o presuntos agravios. Anticipa asimismo que abordará este tema, que supone el combate caballeresco con espada, florete, sable y pistola, de la mano de expertos como el conde Verger Saint - Thomas, Tavernier y el barón de Vaux; así como en lo general acude a los trabajos de Mérignac y De Prevost, histórico uno y técnico el otro respectivamente. No omite relatos de duelos reales, con trágicos y a veces risibles resultados, incorporando asimismo en forma complementaria la esgrima del palo bastón y la del fusil con bayoneta. Por nuestra parte nos ceñiremos estrictamente en nuestro comentario a la parte histórica, sin perjuicio de mencionar algunas generalidades sobre la esgrima y el duelo.




Destaca Heraud y Clavijo de Soria el carácter secundario del manejo de las armas blancas en el ámbito militar, en una época regida por el fusil de tiro rápido y el cañón de largo alcance. Sirve en cambio dice, para la educación corporal y formación del carácter, en los llamados duelos inofensivos o asaltos de esgrima.

Señala que en tiempos de griegos y romanos las armas eran de dos categorías, las arrojadizas como dardos y lanzas y las que se esgrimían con la mano, destacando el desdén que los guerreros helenos sentían por los arqueros, a los que no dudaban en calificar como soldados de categoría inferior por no enfrentar cara a cara al enemigo. Así se recuerda literariamente el desprecio manifestado por Diomedes a París (que reza parcialmente el epígrafe), cuando este lo alcanzó con una flecha disparada con su arco amparado tras una columna. 1)

Dice el autor que en sus orígenes los griegos peleaban en forma desordenada, librando junto al rey combates individuales dentro del campo de batalla. Todo cambiará con la llegada de los dorios (después conocidos como espartanos o lacedemonios) al Peloponeso, pueblo guerrero y disciplinado sin par, siempre dispuesto con sus armas a la mano, a fin de controlar a los pueblos conquistados como sus sometidos los ilotas. Aparece en Esparta el hoplita 2) provisto de dos armas ofensivas, la lanza y la espada de hoja corta para usar de punta y con forma de hoja de salvia de entre 14 y 15 pulgadas de longitud, disponiendo en lo defensivo de casco de bronce, escudo, coraza y borceguíes de espinilleras consistentes en placas para la protección de las piernas. El uso del escudo con la mano izquierda, era fundamental para parar el golpe de la lanza (que a veces se tornaba arma arrojadiza), o la estocada de la espada, al punto que su extravío como el del casco fueron severamente castigados. El escudo era de forma oval por abajo y terminado en punta en la parte superior, cubría casi todo el cuerpo y podía presentar a uno y otro lado ranuras para pasar la pica o la espada. La táctica cambió, evitándose el combate singular y formando falanges compactas que arrollaban con la fuerza de su masa al enemigo. La carga de la caballería tebana armada por excepción de mazas, era detenida con picas de contención descritas por Polibio, con un largo de entre 8 y 9 metros; en el marco de una estrategia que a poco se extendió desde Esparta a toda Grecia.

Describe a la educación romana dirigida primordialmente a la guerra, con fines defensivos, o para el sometimiento de otros pueblos cuyas tierras o riquezas ambicionaban. Por lo expuesto, jóvenes de ambos sexos se ejercitaban diariamente en el Campo de Marte con arco, lanza, espada y escudo protector. Sus armas eran semejantes a las de los helenos y también su táctica, que consistía en obtener la victoria en las batallas por el empuje colectivo de sus fuerzas, relativizando el lucimiento personal. Sostiene que hombres y mujeres de distintas clases sociales practicaban esgrima, lo que motivó la sátira de Juvenal respecto al adiestramiento de estas últimas. Señala que numerosos ciudadanos de alcurnia, adoptaron bandas de gladiadores en calidad de guardias personales como las de Clodio, Milon y Catilina y no faltaron nobles incluido el emperador Cómodo, que se batieron en la arena. Todo ello acontecía en circos levantados en Roma y otros lugares del vasto Imperio como Bretaña, Galia, España y África. Marco Aurelio indiferente por principio a este espectáculo, prohibió en su momento el filo de las armas utilizadas en los juegos, pero fueron cortantes bajo otros emperadores como Druso hijo de Tiberio. Prisioneros de guerra, esclavos, condenados a muerte, e incluso incursos en delitos como el fraude o el peculado, amén de ciudadanos libres de clases superiores o venidos a menos por la pérdida de su fortuna, engrosaron las filas de la lucrativa cofradía de gladiadores. Clasificados conforme a su especialidad, hubo quienes militaron en mas de una categoría. Pasa así revista Heraud a los “mirmillones” armados de casco, escudo, y espada corta en forma de hoz para enfrentar a los “reciarios” provistos de tridente, puñal y una red de forma cónica con una cuerda en su extremo, lastrada con bolas de plomo en su abertura para desplegar sobre el contrincante. Los “secutores” o seguidores provistos de espada, escudo y casco con visera, así llamados por perseguir sin cuartel a los reciarios por la arena circense. Los “homóplacos” armados de coraza completa, escudo cuadrado, casco con visera y espada, considerados los más eficientes y un anticipo de los caballeros cubiertos de hierro de la Edad Media; fueron los más peligrosos y solo combatían entre ellos. Los “laquearios” sustituían la red por un lazo con nudo corredizo para atrapar por el cuello a su ocasional enemigo. Los “tracios” luchaban con su arma característica la sica y un escudo. 3) Los “velites” utilizaban el dardo y la lanza así como los “provocadores”, identificados con este nombre por ser los primeros en iniciar los combates. Los “dimaqueres” se caracterizaban por portar armas alternativas como 2 puñales o 2 espadas o un puñal y un tridente. Los “andabates” combatían montados a bordo de un carro o auriga al igual que los “esedarios”, con la particularidad de llevar los primeros los ojos vendados o un casco ciego, o combatir en la oscuridad de la noche sobre el horario de cierre de los juegos. Los “equites” luchaban montados a caballo y armados de una larga lanza. Los “catervarios” se caracterizaban por pelear en banda, nunca individualmente. Los “meridiarios” peleaban provistos de espadas y hacia la mitad del día como su nombre lo indica. Por fin los “bestiarios” enfrentaban fieras traídas de los confines del Imperio, tales como felinos, toros, elefantes y osos. Vestían una túnica sujeta solo en el hombro izquierdo y se armaban con un escudo pequeño y una espada corta, valiéndose a veces de hoces y estacas como elementos defensivos. De necesitarse suplentes de cualquier orden, estaban siempre disponibles los “supositilios” o gladiadores de reserva.  

Los juegos se anunciaban mediante avisos en los muros, a la vera de los caminos y hasta en monumentos públicos y mausoleos. Comenzaban con un desfile de gladiadores en traje de gala, vistiendo luego el de combate y entregándose a un entrenamiento previo en la arena, antes de ser debidamente armados. Si el gladiador resultaba vencido, el pueblo pronunciaba sentencia de sobrevivencia o de muerte, representada esta última con el gesto del pulgar de la mano hacia abajo y recitando la formula latina “recipe ferrum” (recibe el hierro).

Señala el autor que el después llamado Coliseo de Roma, que en su origen se conoció como “Coloseo” por estar cerca del “Coloso de Nerón” con capacidad para 80.000 asistentes, fue solo uno de los escenarios de estos espectáculos. Iniciado el edificio por Vespaciano, debió ser completado por su hijo Tito Flavio quien lo sucedió como emperador, trabajando allí 10.000 judíos tomados prisioneros después de la rebelión de Judea y la destrucción de Jerusalén en el año 70 de la era cristiana. Complementariamente los romanos amaban la recreación de batallas históricas, las que por su naturaleza requerían de un ámbito más grande. En ellas los legionarios participaban con espadas desprovistas de filo, representando batallas a campo abierto o asalto a baluartes, formando la llamada “tortuga militar” con hombres y escudos.

Se pregunta el autor como se operó la conversión de las fuerzas regulares del Imperio, en los caballeros de la Edad Media, estribándolo en la circunstancia de que la caída del imperio romano de occidente no supuso la creación de estados unitarios con recaudación de impuestos que permitieran montar ejércitos, sino de feudos a cargo de señores que consideraban al rey solo como “el primero entre sus iguales”. El armamento resultaba entonces del esfuerzo de particulares. Todo propietario era a la vez un guerrero y convocado por el rey, debía presentarse con los suyos debidamente provistos de armas y vituallas para la campaña. Esto incluía no solo a seglares, sino también a obispos y abades. Hacia el siglo IX los peones u hombres armados de a pie, con escudo y lanza debido a su relativa pobreza de medios, fueron desapareciendo y solo quedaron los caballeros provistos de armadura o catafractos. Así fue que las batallas se convirtieron nuevamente en combates singulares entre caballeros, que consideraban la guerra un juego o competencia, relativizando a veces la victoria. Todo hombre de armas tenía “derecho de guerra” respecto de sus vecinos, en razón de un insulto o de una pretensión territorial contra otro señor feudal, cuya captura y consiguiente pago de rescate, resultaba mucho más rentable que darle muerte en batalla. Al respecto el autor cita como ejemplo la batalla de Bremule en el año 1119 entre franceses e ingleses, con la participación de 900 caballeros de los cuales solo 3 murieron en combate, pero 130 cayeron prisioneros con el consiguiente daño económico que supuso para los perdidosos rescatarlos. Los caballeros estaban armados de una espada con hoja de acero y una lanza de madera de fresno con punta, escudo de madera y cuero, yelmo con nasal y una túnica con anillos de hierro reemplazada después por la cota de malla que los cubría hasta las rodillas. Su única profesión era el combate real en la guerra, o el simulado en justas y torneos realizados a Palenque Cerrado. Estos últimos resultaron a veces más sangrientos que aquella, por la presencia de damas que los incentivaba al lucimiento personal en el combate, mencionando el autor un torneo realizado en 1240 cerca de la ciudad de Colonia en el que 60 caballeros perdieron la vida. Razones como esta, motivaron la adopción de las llamadas “armas corteses”, consistentes en lanzas sin punta y espadas cuya hoja estaba desprovista de filo y punta. En principio los caballeros eran reclutados de la clase alta y pudiente, sin perjuicio de excepciones ya que la vileza de origen se perdía ocasionalmente con la ceremonia de iniciación, requiriéndose contar con 21 años de edad para ser armado caballero. Se podía sin embargo ingresar como paje a los 7 años y como escudero a los 14. Armarse caballero suponía una ceremonia militar y religiosa, en la que el aspirante “pasaba la noche en blanco”, velando armas y acompañado de sus padrinos y un sacerdote, en medio de un ritual de purificación que incluía baño, ayuno, confesión y penitencia. Por la mañana era armado caballero por el rey con tres golpes de espada dados en su cuello con el plano de la hoja, previo compromiso de “sostener la religión y la honra de la caballería”, que lo obligaba también a sostener huérfanos, viudas y desvalidos y constituirse en protector de las damas en peligro.

Dice Heraud que la caballería no terminó como se ha dicho por la aparición de la pólvora, sino por cuanto los reyes de Europa central y las ciudades, comenzaron a reclutar milicias compuestas por aventureros y mercenarios, que percibían un sueldo dando así origen al nombre de “soldados”. Pese a su origen plebeyo pudieron estas fuerzas sobreponerse a los caballeros andantes, provistos como estaban de ballestas traídas de oriente, picas o el gran arco inglés realizado con madera de tejo de 2 metros de longitud, capaz de disparar por un arquero entrenado hasta 6 flechas por minuto. Los arqueros ingleses integrados por campesinos a pedido del rey, derrotaron así a los caballeros franceses en Crecy, Poitiers y Azincourt.

Sostiene Don Antonio Heraud que la esgrima concebida como el arte de estudiar la espada, los quites, estocadas y respuestas con supresión absoluta de los tajos, nació en España pasando después a Italia; citando en su apoyo a “La Historia de la Esgrima” de Mérignac. Describe los llamados “juicios de Dios”, de los que dice fueron numerosos en España, citando como ejemplo el duelo en banda librado en Zaragoza entre 4 caballeros cristianos y 4 musulmanes, en el que se dirimía la fidelidad de la sultana Zoraida. Resultando vencedores los cristianos, cuya honestidad defendían, los musulmanes se retractaron manifestando que atento al resultado, su acusación había carecido de fundamento. Dice que en el siglo XVII los maestros de esgrima en España crearon golpes e hicieron escuela, pero los duelos se convirtieron en una verdadera manía lo que motivo que fueran severamente castigados con pena de muerte. Los motivos de los mismos fueron siempre razones triviales y nunca por causas graves, recurriéndose en el segundo caso al asesinato por bandas de espadachines a sueldo, como las que hubo a tal fin en la ciudad de Valencia. Los duelistas usaban una espada larga con gánigo*) en su empuñadura y en la izquierda un capotillo para las paradas, al igual que los vistos en los duelos con navaja. Cuando el arte de la esgrima pasó de España a Italia, toda Europa se pobló durante los siglos XVI y XVII de maestros italianos. Define despectivamente su esgrima como poco franca, llena de refinamiento, asechanzas y zancadillas, siendo lo fundamental en ella herir solo de punta. Aparece el paso adelante en el momento de atacar a fondo concebido en 1606 por el maestro Giganti de Venecia y a mediados del siglo XVIII la careta de esgrima diseñada por La Boessière. Destacaron buenos esgrimistas en Bélgica como Lobkowitz, defensor acérrimo de la escuela italiana y obispo de la ciudad de Gante. Seriamente enfrentado por aquella razón con el maestro de armas Gerardo Morrine, lo retó a duelo que logró interrumpir a tiempo el deán del cabildo. Después de ser debidamente instruidos por maestros italianos subalpinos, el cetro de la esgrima paso finalmente a Francia, donde los maestros organizados en gremios terminaron eclipsando a los italianos y cada regimiento llegó a tener su propio instructor. Los duelos también fueron numerosos en Francia, pese a la drástica persecución a la que los sometió Richelieu. En época de la revolución, Agustín Rousseau maestro francés de esgrima de los hijos de Luis XVI, fue ejecutado previo juicio en 1794, al parecer por esa sola razón, ya que la orden de arresto decía: “Rousseau maestro de esgrima de los hijos de Capeto”. **)

Dice que la esgrima del siglo XIX anterior a 1830 se caracterizó por su gracia, donaire, eficacia y belleza, pero a partir de esa fecha si bien hubo buenos tiradores ya no hubo estilo o escuela. Cita entre los grandes maestros franceses del siglo XIX a Bertrand y sus ocasionales contendientes Lafaugere y Lozés, los Mérignac, padre e hijo y Pons; y entre los duelistas al diputado y polemista Cassagnac, famoso por su frialdad en combate y a Rochefort, nervioso pero igualmente eficaz. Relata el enfrentamiento en la pedana del barón San Malato con el maestro francés Luis Mérignac (hijo), quién lo derrotó alcanzándolo con el botón de su espada en once oportunidades, frente a solo una vez del italiano. A poco y a raíz de un comentario despectivo, se batió a duelo San Malato con Pons, quién lo hirió levemente.

Señala que la esgrima fue por entonces una preparación para un eventual o inevitable duelo, aconsejándose por tanto a los tiradores la práctica del florete y la espada, o solo la espada sin no se disponía del tiempo suficiente. Considera como arte superior la esgrima del florete por sobre la espada, ya que aquél exige cualidades físicas, morales e intelectuales que obligan al cuerpo y al espíritu a ponerse en tensión, describiendo movimientos plásticos, armoniosos y variados que permiten definir dicha esgrima como un juego de ajedrez en acción. Desde el punto de vista de la salud física o higiene, ambas practicas conducen a la enfermedad de la varice o ensanchamiento de las venas de las piernas, siendo a este respecto preferible la esgrima del palo bastón que obliga a movimientos armoniosos y paralelos del cuerpo, haciendo circular la sangre sin que se agolpe en las piernas. Es el golpe del pie en el ataque, lo que produce en el tirador de esgrima, tarde o temprano la dilatación de las venas. 4)

Señala por fin que el duelo tiende a desaparecer por el ridículo que sobre el ha caído, así como por el progreso de las ideas de justicia y equidad en el mundo. Perseguido por una legislación draconiana fue finalmente extirpado con éxito en Inglaterra donde los duelos eran mortales, siguiéndola por ese camino Bélgica e Italia. Dice que en Suiza y Alemania se les permite el duelo a los estudiantes, que solo se desfiguran el rostro protegiéndose adecuadamente el resto del cuerpo. 5)

  

Referencias:


1)     Diomedes, rey de Argos . Héroe de la guerra de Troya o Ilión, que supuso el enfrentamiento entre griegos y autóctonos, considerada la victoria de la Edad de Hierro sobre el bronce. Vid Homero (el ciego), poeta griego a quién se atribuye “La Iliada” poema épico de 24 cantos y “La odisea” que relata el regreso de Ulises u Odiseo a Itaca,
2) Hoplita: (del griego hóplon) con el significado de instrumento o arma. También soldado griego portador de armas pesadas. De allí hoploteca o depósito de armas.
3) La sica dió origen a la palabra sicario con el significado de hombre hábil con el cuchillo y no asesino a sueldo como equivocadamente se lo interpreta hoy. Fueron los legionarios romanos los que llamaron sicarios a los patriotas tracios que resistieron la invasión, por su habilidad en el manejo de la sica.
4) La comprensión acabada de un manual de esgrima requiere no solo su lectura sino la práctica de la misma, atento a su complejidad y a la dedicación que por ello requiere. A modo de ejemplo mencionaremos que Heraud y Clavijo de Soria considera a la espada el arma de esgrima por excelencia, aunque dice que la moda ha hecho que caiga en desuso y solo se tire en los salones sable y florete. Describe a la espada de taza y “gabilanes” de aquél tiempo compuesta de hoja de sección triangular y guarnición, observando en la primera el fuerte o punto de apoyo, el medio de proporción y la punta o flaqueza y presentando la guarnición: taza, gavilanes, puño y arco. Entra luego en materia a través de 55 apretadas páginas con ilustraciones (mas otras 10 que dedicará a la esgrima de la espada con daga de mano izquierda), las que abarcan: saludos, guardias, posiciones de la mano y el brazo, 7 estocadas  llamadas 3°, 4°, 5°,7°, 9° y acigos también conocida como 2° o de noche (por ejecutarse en duelos nocturnos) y flanconada, puntos corridos, tiempo, transferida, semicírculos, circulo entero, batir el hierro, 5 cuchilladas consistentes en cortes y reveses según sean dados de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, quites, paradas, contra paradas, atajos, desarmes y hasta conclusiones consistentes en tomar con la mano izquierda la muñeca o la taza de la espada del adversario, amenazándolo con la punta de la propia y poniendo así fin al combate. La primer estocada se llamaba 3° por cuanto 1° y 2° se asignaban respectivamente a los tiempos para desenvainar y ponerse en guardia. La estocada acigos recibía su nombre de la artería homónima situada bajo el sobaco y a la que iba dirigida la punta. Hoy día la espada de esgrima solo hiere de punta, siendo válido el doble golpe y no siendo necesario eludir previamente la acción del adversario, estando siempre provistos los tiradores de peto, careta y guantes. La esgrima del sable era igualmente compleja, contando también con 5 cortes y reveses y solo dos estocadas llamadas 3° y 4°, cuya ejecución suponía un grave riesgo para el tirador o el duelista en su caso.
5) Sobre el mensur (de mensura y por extensión acción de medirse frente a un adversario), practicado vgr. por los hermanos de las cofradías estudiantiles de la Universidad alemana de Heidelberg en Bade – Wurtemberg, puede consultarse el capítulo “Le sabre de duel des étudiants allemands” en la obra “Les Armes Blanches Modernes” de Christian–Henry Tavard, publicada por Balland de Paris en 1971. Dichos combates son considerados como una etapa intermedia entre el antiguo duelo y la esgrima deportiva moderna y en concepto de un profesor “no son más peligrosos que un match de box o una carrera de automóviles”, sin perjuicio del “schmiss” o cicatriz en el rostro que permanecerá para siempre, y que en otro tiempo significó un timbre de honor.

Llamadas:

*) Posible referencia a la taza de la espada, ya que gánigo es un vasija de barro originaria de las Islas Canarias.
**) Por el rey francés Hugo Capeto (987 – 1048), quién inició la sustitución de los carolingios por los Capetos que reinaron por siglos en Francia.

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