domingo, 24 de mayo de 2015

Bibliografía: “El corvo”, de Enrique Rodolfo Dick.

"San Martín adquiere su corvo", óleo sobre tela de Héctor Arenales, 2008.


Bibliografía: “El corvo”, de Enrique Rodolfo Dick. Edición de autor. Buenos Aires, 2009. Impreso por Edivérn S.R.L. Ilustración de la Tapa: “San Martín adquiere su corvo”. Óleo sobre tela de Héctor Arenales. (2008)
(Género: Narrativa Argentina. Novela. Contenido: Introducción, Cinco capítulos, Apéndice, Bibliografía y Agradecimientos)



  por José Luis Mignelli  


Un erudito artículo del autor, publicado en el Boletín Digital de la Academia Nacional de la Historia (1), nos condujo finalmente a "El Corvo", trabajo en el que Dick se ocupa entre otros temas del shamshir del Libertador, así como de otras armas blancas. También, aunque someramente, de las de fuego, tales como pistolas, mosquetes y artillería de la época. Todo ello a través de comentarios atribuidos al prócer, o a sus ocasionales contertulios, en tierra firme o a bordo, personajes ciertos de la historia real y de ficción.

El libro abarca la vida de San Martín en el período inmediatamente anterior a su regreso a América. Comprende por tanto su estadía en Cádiz (la amurallada Gáder de los fenicios), el traslado a Inglaterra a bordo del Seaflower, su permanencia por dos meses en Londres y el trayecto final a Buenos Aires en la fragata de Su Majestad Británica George Canning.

A fin de proveer con conocimientos técnicos al ocasional lector, el autor invita a anticiparse con la lectura del apéndice, en el que dos destacados expertos españoles ponen al lego en materia. (2) El relato se inicia en el año 1706 de nuestra era, en el pueblo de Djolfa, situado en las afueras de Isfahán, Persia, por entonces bajo la dominación  del “Sha” Soltan Hossein; cuando el maestro espadero Asad, recibe un excepcional cargamento de wootz (3) proveniente del cerro Chamundi en Mysori.  En esa circunstancia habilitará  a su primogénito Abud  para labrar su primer shamshir. El aprendiz aventajado deberá en la ocasión, cumplimentar todas las etapas que el trabajo conlleva: forja, moldeado, temple, pulido con la compacta piedra de zas y el ataque final con “ácidos diluidos y soluciones salinas” que pondrán de relieve el dibujo. Su desempeño y resultado final es juzgado sobresaliente por el padre, recibiendo la hoja dos temples. El primero a caballo, blandiéndola a un rojo insólito” en el aire y sobre su cabeza.  El segundo con agua helada proveniente de una napa profunda, pero solo en lo atinente  al filo, por lo que se recubrirá el resto de su  superficie con arcilla (4). La hoja  llegará por fin a Londres en 1708 en manos de un mercader inglés. Queda así, flotando en el aire, la idea de que pudo ser esa la hoja casta y pura, que no debía ser templada con “orines y aceites”; aquella con la que se montó el corvo del Libertador y que este habría adquirido a precio conveniente en un casi  ignoto comercio de la City.

José de San Martín, Carlos de Alvear, Matías Zapiola, el Barón de Holmberg  y Chilavert (padre), entre otros, mantienen en estas páginas apasionadas conversaciones con sus interlocutores, pares ingleses o no, acerca de táctica y estrategia militar, armamento, batallas, la guerrilla contra el invasor francés, uniformes, sitios de ciudades y navegación. Así también sobre el desempeño militar de Napoleón Bonaparte, el Duque de Wellington o nuestro conocido Willam Carr Vizconde de Beresford durante la batalla de Albuera, las “Reflexiones Militares” del Marqués de Marcenado (cuya lectura procura Ritter, el aspirante prusiano a ayudante de campo del Libertador), o el trágico fin que le cupo a Francisco Solano Ortiz de Rozas, Marqués del Socorro a manos de la turba. Thomas Maitland y su plan de conquista de la América española,  Andrés Bello y la casa londinense refugio de patriotas de Francisco de Miranda en Grafton Street. El escocés James Duff en su mansión gaditana frente a la bahía, en la que el prócer explicará al cónsul, *) su amigo y confidente, el significado de “lucha de zapa”. En el relato, será éste el primero en asesorar al Tte. Coronel de caballería José Francisco de San Martín y Matorras, sobre comercios especializados de la City donde adquirir un buen sable, con la prevención de que esté provisto preferentemente con una resistente hoja de legítimo Damasco. Entre ellos Thomas Gill y Henry Osborne ambos de Birmingham, pero con oficinas comerciales en Londres. El futuro Libertador aunque discreto y reservado, se revela sucesivamente en estas páginas, experimentado hombre de armas, buen lector provisto de una librería que se propone llevar consigo a Buenos Aires, catador de vinos, tabacos y manjares. Last but not least  ferviente católico, no obstante su pertenencia a una sociedad secreta, siempre considerada masonería de medios y no de fines. En rigor, quién se revela conocedor de estos temas es el propio Dick, General (RE) del Ejército, Ingeniero Militar y Doctor en Historia, introduciendo además términos náuticos, así como vocablos y giros del lenguaje de la época.

La espada versus el sable como arma de caballería, se hace presente en varios pasajes de la obra, así como la preferencia de San Martín  por el shamshir, ya que la primera se demora en salir de la vaina y se embota en el cuerpo del adversario, resultando tan difícil retirarla como fácil perderla. (5) Algo de esto se revela en el recreado y conocido asalto, que aquél sufriera a manos de bandoleros al abandonar Zamora, durante una comisión de reclutamiento en la península. (6) No podía faltar una mención sobre la Espada de Bailén, labrada por el célebre Sebastián Hernández, y que le fuera obsequiada a San Martín por el Marqués de la Romana con motivo de su desempeño en esa batalla.

Las disidencias en materia terminológica invariablemente se hacen presentes en esta materia. Al autor no le satisface el vocablo “cimitarra”  genéricamente aplicado a este tipo de sables orientales, no obstante que uno de sus válidos referentes deriva tal denominación de “shamshir” y “schimir”, de lo que resulta una suerte de castellanización de la voz original. No conocíamos por nuestra parte la traducción de shamshir con el significado de “curvado como las uñas de un tigre”. Lo derivamos en cambio de “chamchir”, equivalente a “cola de león” en iraní, y que hace referencia a la curvatura que imprimen a sus apéndices esos felinos. **)

El capítulo “En Londres”, inicia con una certera descripción de Inglaterra bajo el reinado de los Hannover (Jorge III e hijo, su regente y sucesor Jorge IV), la industrialización del hierro y el acero, el maquinismo, los primeros barcos con casco de acero y a vapor para navegación interior, así como el estado de los caminos y la expansión comercial marítima. Pero también, el hacinamiento en las grandes ciudades, las malas condiciones laborales, la ausencia de redes cloacales y las pestilencias que ascendían a  suelos y paredes de las viviendas. (7)  

Concluye el trabajo en marzo de 1812 con el arribo de San Martín a Buenos Aires y su  reunión con el Secretario del Triunvirato Bernardino Rivadavia, por la que se le expide despacho de Teniente Coronel de Caballería y se le previene (aunque accediendo a su propia sugerencia), la creación de un escuadrón de granaderos a caballo con asiento en los cuarteles del Retiro, al modo de los “grenadiers à cheval” franceses de 1796 o sus homónimos españoles de 1735.

Definitivamente un libro de sumo interés por la multiplicidad de temas que abarca, siempre vigentes para los que transitamos estas lides por el conocimiento de las armas y de su historia, apoyados en la más vasta bibliografía a nuestro alcance.




*) Fue James Duff, Viscount Macduff  y mas tarde Earl of Fife, quien gestionó su pasaporte, suscrito por el cónsul inglés en Lisboa Sir Charles Stuart. (Vid “Al Libertador General San Martín, en el bicentenario de su nacimiento. 1778 – 25 de febrero – 1978”. CIECC - OEA. Washington, Distrito de Columbia, 1978 y Rodolfo Terragno. “Diario Íntimo de San Martín. Londres, 1824. Una misión secreta.” Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 2010).

**) En relación con la etimología y semántica de la palabra shamshir, existen varias teorías o corrientes de opinión. Para Alain Jacob el término procede de chamchir (raíz de "cimiterre"), que traduce del persa como "la queue du lion", es decir "la cola o rabo del león". (Vid Les Armes Blanches du Monde Islamique. Jacques Grancher Editeur. París, 1985). Una segunda teoría sostiene en cambio que shamshir es una antigua voz farsi, aplicable a la espada desde un punto de vista genérico. Al respecto debe recordarse que en su origen, las espadas persas presentaban hojas rectas y de doble filo. Fue durante el Imperio Safávida, bajo el Chah Abbas (1587 - 1629), que las hojas curvas (procedentes de Asia Central y conocidas desde el tiempo de los selyúcidas), alcanzaron un alto grado de difusión y su cenit a partir del Siglo XVI. (Vid Anthony North. An Introduction to Islamic Arms. Victoria & Albert Museum. Londres, 1985).
Una tercera corriente señala por su parte que shamshir refiere a la ciudad homónima de Persia, en la actual República Islámica de Irán: Kateh Shamshir Sofla, cuya traducción es "curva como la garra de un león". Al parecer es ésta la teoría por la que optó el autor, aunque trocando león por tigre, félido este último de mayor porte que el león persa. Por último, otros derivan shamshir de "shafsher", con significado semejante al anterior, pero acotado a "garra del león".



Referencias:


(1) Enrique Rodolfo Dick. Reflejos del corvo. Historia del sable del Gral. San Martín. Academia Nacional de la Historia. Boletín Digital. Año 2, Nro. 8. El autor menciona en este trabajo, las casas especializadas de Londres donde pudo el Libertador comprar su shamshir. Ellas eran: Samuel Brunn, Thomas Gray, Richard Johnston, John Prosser, George Reddell, J. Sydenhan  y Richard Teed.
(2) Adolfo R. Bernalte Sánchez. “El sable desde la antigüedad hasta el Renacimiento” y José Antonio González Suárez. “Evolución del sable desde el Renacimiento hasta nuestros días”. El primero es especialista de arma blanca del Museo del Ejército en Madrid, asesor técnico del Museo Naval de Madrid y miembro de la Asociación Española de Esgrima Antigua. El segundo es Conservador Jefe del Departamento de Armas y Metales del Museo del Ejército Español.
(3) Wootz (poulad janherder en persa): Torta o lingote de acero con alto contenido de carbono, con el que se forjaban las espadas de Damasco. Conforme al autor, el término procede de las voces ukku, ukko u hookoo de la lengua nativa de Karnataka (antigua Maisuru o Mysore) y de Andhra Pradesh, con el significado de acero. (El primero es un estado del sudoeste de la India y el segundo del sudeste de ese país, aunque su creación como tal solo data de 1953, a consecuencia de un desprendimiento del estado de Madrás.)
(4) El método descrito para el segundo temple, es similar al utilizado por los kaji en Japón para endurecer la yakiba, concediendo flexibilidad al resto de la hoja.
(5) Se ha discutido reiteradamente sobre las ventajas y desventajas del sable frente a la espada y viceversa. Hacia fines del siglo XIX, aquellos presentaban una leve curvatura de la que son buen ejemplo nuestros modelos de caballería 1895 y 1898, lo que permitía un mejor uso de la punta. A principios del siglo XX, se pensó en cambio que la única herida verdaderamente mortal producida por el arma blanca era la estocada. Algunos países volvieron entonces a la “espada sable” de hoja recta, con uno o dos filos corridos al interior y al exterior en su caso. Así por ejemplo, el modelo diseñado en España por el Capitán de Caballería Luis Carvajal, Marqués de Puerto Seguro. (Vid. Luis Carvajal. La espada en la actualidad. Madrid, 1910. Impreso por Artes Gráficas Mateu, Paseo del Prado 30. Madrid), los de caballería inglesa de los años 1908 y 1913 y la “U.S. 1913, Patton Cavalry Sword” de doble filo, concebida por el entonces joven oficial George S. Patton  en los Estados Unidos de América. Muchas de estas últimas fabricadas en el Arsenal de Springfield o por L. F. & C (Landers, Frary y Clark),  fueron canibalizadas durante la Segunda Guerra Mundial, ya que con cada una de sus hojas la firma Anderson de Glendale, California, fabricaba tres cuchillos de combate para las tropas americanas. (Vid. M. H. Cole. U.S. Military Knives, Bayonets and Machetes. Book III. Edición de autor. Birmingham, Alabama, 1983). Poco tiempo restaba por otra parte a la caballería  para convertirse en motorizada y blindada,  lo que devino ocioso el diferendo sobre las virtudes y defectos de una u otra arma, desde un punto de vista práctico.
(6) El incidente en el que San Martín fue herido, habría ocurrido alrededor de diciembre de 1801, no conociéndose con precisión el lugar en que aconteció. Se ha mencionado el pueblo de Cubo y Cubo del Vino a mitad camino entre Zamora y Salamanca, pero también se ha sugerido Cubillas, en el camino de Palencia y Burgos a Valladolid. (Vid. Demetrio Ramos Pérez. San Martín el Libertador del Sud. Anaya, Madrid, 1988)
(7) Las pésimas condiciones de vida para las clases bajas en Inglaterra, perdurarían por décadas. Al respecto puede consultarse “La vida cotidiana en Inglaterra al comienzo del reinado victoriano” de Jacques de Chastenet publicadas por Hachette y "Roma y Londres” del Pbro. Santiago Margotti, publicado en Barcelona en 1859. (Vid. citas de los mismos en Elías S. Giménez Vega y Julio C. González. Hernandismo y Martinfierrismo. Plus Ultra. Buenos Aires, 1975) 

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