viernes, 27 de julio de 2012

El saladero de Rosas, una reliquia provincial

" Tacuara federal"
Óleo sobre tela de José María Fojo, cm. 50,0 x 35,0 - Año 1999
Col. José Luis Mignelli - Argentina.
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por  José Luis Mignelli

“La Sociedad Rosas & Terrero, de la que participó un tiempo
                                             Luis Dorrego, fue próspera …”

Carlos Ibarguren
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En 1815, Juan Manuel de Rosas, quien por entonces  contaba  veintidós años de edad, se asoció con su primer amigo Juan Nepomuceno Terrero y con Luis Dorrego, bajo la razón social Rosas & Terrero.  Esta tuvo por objeto comercial la explotación ganadera y el acopio de frutos del país, así como también la salazón de carnes y pescados. Dice Ibarguren (1) que esta última actividad fue desarrollada en un lugar denominado Las Higueritas,  cerca de la reducción de los Quilmes.
Otros historiadores, revisionistas o no, aportan en sus escritos semejante información, coincidiendo en que el primigenio establecimiento industrial  encontrábase  ubicado en el entonces vasto partido de Quilmes. (2)
Por tradición familiar y en razón de que mi bisabuelo materno poseyó hornos de ladrillos en Monte Chingolo, siempre supe que la industria de la  familia se encontraba ubicada en las inmediaciones de lo que había sido el saladero de Rosas.

Frente original de la casa
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Pese a indicios y certezas, su ubicación no fue por todos  conocida, sino cuestión de iniciados. Así, Teófilo Hirox Funes, en su Ensayo Histórico sobre la Fundación de Lanús, alude al tema incidentalmente calificándolo como suficientemente documentado, al señalar que: “Alguien dice que don Juan Manuel de Rosas (siempre su nombre presente en esta rememoración lanusense!) fundó mucho más allá, y mucho tiempo antes, un saladero de activa vida industrial. La referencia parece cierta y documentada pero conviene situarla al margen de esta enumeración, ya que su ubicación precisa debió estar en las cercanías de Monte Chingolo…” (3)
En un trabajo publicado en 1989 por la Sociedad de Arquitectos de Lanús, puede leerse respecto a Las Higueritas que: “Junto al camino principal de acceso habían hallado restos de piletones de ladrillo vasco de 1.20 m de profundidad. En ese lugar no crecía nada debido al salitre que afloraba. Este hecho alimentó la idea de que allí había funcionado un saladero. En la década del treinta llegó una comisión buscando un sauce, un paraíso y un ombú que presumiblemente rodeaban una construcción en la que, a partir de 1815, funcionó un saladero perteneciente a la sociedad integrada por Dorrego, Rosas y Terrero…” (4).
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Faena en el saladero
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Por intermedio de mi madre, supe que una de las socias del Círculo de Docentes Jubilados de Lanús que ella preside, es la actual  propietaria de la casa del saladero, habitando en parte de la misma. Sus padres habían comprado la propiedad en 1922, ocupándola previamente en calidad de puesteros.
Debo a la gentileza de esta señora la oportunidad de visitarla, en vísperas de cumplirse  el 25 de Noviembre de 1991, el  176º Aniversario de la fundación de aquella industria. La casa habría sido construida en 1778 por el padre del General Wenceslao Paunero y consta de tres cuerpos contiguos de distintas alturas. Las paredes están asentadas en barro y conchilla. La fachada principal orientada hacia el Río de la Plata (SE) se encuentra hoy encerrada en el interior de la manzana y es pared de 0.90 m de espesor, asegurada con zunchos de hierro forjado consistentes en dobles eses (S), unidas por pernos que traban el conjunto.
Techos
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Razones de habitación y cambio en la explotación económica, hicieron que el edificio sufriera con el tiempo numerosas modificaciones en parte de su exterior e interior, conservándose la estructura general felizmente intacta. En el amplio salón donde presumiblemente funcionó la industria, todavía puede verse el techo de ladrillos con tirantería y alfarjías de madera (artesonado), vestigio de cegadas arquerías y ventanas coloniales con rejas de hierro forjado. Las azoteas, embaldosadas en rojo, ostentan la marca Pierre Sacomann *) de Marsella. La construcción necesariamente evocada en  frecuentes  páginas de historia, se yergue aún allí, en el número 940 de la calle Magdalena de Lanús Este, a una cuadra de la transitada Centenario Uruguayo y a 100 m. de las inactivadas vías del ex Ferrocarril Provincial.
En su actual frente, placas oscurecidas por el tiempo recuerdan la importancia de aquel asentamiento industrial. Las más antiguas datan de 1938 y 1940 y dicen así:
 “Homenaje al primer establecimiento industrial argentino de carnes, creado en el país por el Brigadier General Juan Manuel de Rosas. 25 noviembre 1815 – El Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas – 25 noviembre 1938”.
 “Al primer establecimiento industrial argentino de carnes creado en el país en 125º aniversario de su fundación. El Centro Comercial de Lanús. 1815 – 25 de noviembre – 1940”.

Placas conmemorativas en el frente actual
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Si consideramos la escasa atención que se ha dispensado en el pasado a la conservación de zonas y lugares históricos de nuestro país, puede concluirse que constituye un privilegio y motivo de  legítimo  orgullo para los bonaerenses de Lanús,  la permanencia de este edificio, con seguridad el más antiguo del partido. Cabe preguntarse al respecto si el Estado permanecerá  impasible,  o si por el contrario, dispondrá medidas tendientes a su restauración y conservación, apoyando económicamente en esta tarea a su propietaria (5), quien lo habita orgullosamente.
La casa del saladero merece y acredita razones valederas para ser preservada, por estar vinculada a la historia económica de la Provincia de Buenos Aires. Así lo exigen el respeto por la memoria de los que en el trabajo nos precedieron con visión, emprendimiento y esfuerzo, y el reclamo todavía inaudible de las generaciones que nos sucedan.
                                                                                                 Lanús, Noviembre de 1991
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*) Nota: Baldosas de esta marca “con sus características anclas en los extremos”, fueron también halladas en las excavaciones del Caserón de Rosas en Palermo, así como otras de reemplazo de la marca Dubosc de la ciudad francesa de Le Havre. (Ver Daniel Schávelzon y Jorge Ramos. Excavación Arqueológica en el Caserón de Rosas en Palermo. Informe de la segunda temporada de excavación (1988). Revista del instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, Nro.26  correspondiente  a  Octubre  -  Diciembre de 1991).
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Referencias:
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1)      Carlos Ibarguren. "Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama su tiempo". Página 43 Editorial Theoría. Buenos Aires, 1972.
2)      Ernesto H. Celesia. "Rosas. Aportes para su historia". Páginas 37/38. Ediciones Peuser. Buenos Aires, 1954 y Juan A. Pradère. "Juan Manuel de Rosas. Su Iconografía". Tomo 1, Página 21.  Editorial Oriente. Buenos Aires, 1970.
3)      Teófilo Hirox Funes. "Ensayo Histórico sobre la Fundación de Lanús". Página 6. Lanús, 1963.
4)      Diana Borejko, Gloria Espinosa y C. Leonor Yañez.  "Lanús: De Rural a Urbano". Página 11. SAL. Sociedad de Arquitectos de Lanús. Sub-comisión de Preservación. Patrimonio Rural. Buenos Aires, 1989 (del testimonio de Doña Cleofé Oliva Faustina Rossetti de Roagna).
5)      Doña Leticia Roagna de Cristiano.

Publicado en La Nueva Provincia de Bahía Blanca, con fecha 21/Enero/1992 y en la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, en su Nro. 31º correspondiente a Abril  - Junio de 1993.
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domingo, 22 de julio de 2012

Arma blanca: el recazo, orígenes y nomenclatura

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..Palacio Ducal de Venecia. Sala de las Armas Antiguas.
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                                                                                                      Por José Luis Mignelli
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                                                                 Déjame, espada, usar contigo el arte;
                                                                yo, que no he merecido manejarte
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                                                                                     Jorge Luis Borges
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                                                                Espadas (La Rosa Profunda, 1975)
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La introducción del Arnés de Placas a partir del Siglo XIV, había incrementado la capacidad defensiva del caballero armado, a la par que dificultado sus posibilidades de herir con su espada al adversario. Este último provisto de similar protección, se tornaba de hecho invulnerable. Ante el obstáculo se apeló al ingenio de maestros forjadores, a fin de concebir armas eficaces y desarrollar en consecuencia técnicas de esgrima adecuadas. En razón de lo expuesto, la ultima parte del siglo vio acrecentada la panoplia del hombre de armas a caballo, quién a su espada de cintura provista de ancha hoja con doble filo, regular punta y un vaceo longitudinal para reducir peso, adicionó otra con carácter complementario y que pendiendo del arzón de la silla revistió características distintivas. Su estrecha hoja de contorno triangular, sección romboidal aplanada y filos corridos al interior y exterior, presentaba además la punta aguzada y reforzada ya que estaba destinada a perforar y forzar las articulaciones del Harnois Blanc. La nueva espada denominada Estoque, se empuñó férreamente  pasando el dedo índice por encima de la cruz, a fin de asegurarlo contra la arista aguda (1). El consiguiente riesgo de una cortadura determinó mantener sin filo la primera pulgada de la hoja ubicada a continuación de la cruceta. A esa zona se denominó recazo y a la etimología de esta palabra alude la Enciclopedia  Espasa Calpe cuando dice: “De re y cazo por la antigua forma” para definir luego “parte de la hoja de la espada de donde arranca (el filo) y que es mas ancha y gruesa que el resto”.

Este sector de la hoja característico de numerosas armas blancas, comprende el espesor de bordes romos ubicado entre la guarnición y el comienzo del filo y las adyacencias planas sin vaciar, en las que habitualmente se estampan punzones y marcas de fábrica.

El recazo prestará más utilidad y alcanzará mayor difusión en los siglos venideros con la Landsquenette Sword, pero en especial con la introducción del Rapier (2) a partir del Siglo XVI. Este último provisto de aguda hoja con doble filo, surgió como consecuencia del progresivo abandono de la armadura por la expansión de las armas de fuego y la difusión de la esgrima de juego estrecho por los italianos, concebida como el arte de utilizar sólo la punta de la espada.

Los lansquenetes, mercenarios de origen suizo y germano, blandían un mandoble de larga hoja y prolongado recazo revestido en cuero. Actuando en la vanguardia abrían con su espada una ancha brecha en la fila enemiga. Al apoyar ocasionalmente la mano izquierda en el recazo (el que estaba provisto de una segunda defensa), conseguían acortar el golpe, adecuando así el arma al combate cerrado.

.Palacio Ducal de Venecia. Sala de las Armas Antiguas.
 
En lo que hace al Rapier, el recazo quedó delimitado entre los gavilanes y el extremo inferior de los brazos de la empuñadura, que cerrándose hacia la hoja formarán en modelos posteriores el bigote. Consistió en rigor, en el sector de hoja comprendido entre la espiga y el comienzo del filo, o en su caso entre aquella y la bigotera. En el Rapier, el recazo aparece como una porción mas ancha y visible de la espiga, lo que traerá aparejado un acortamiento de la empuñadura ya que parte de la mano se desplazaba hacia aquél al empuñarse la espada.

El término bigotera arriba citado, alude a un sector de ciertas hojas contiguo al recazo y como este desprovisto también de filo. Suprimido el recazo en las primeras espadas del Siglo XIX, la bigotera se constituyó para los españoles en la única “parte plana de las armas blancas” subsistente “comprendida entre la espiga y el comienzo del filo” (Espasa Calpe).

El Rapier evolucionó finalmente en una espada mas ágil y liviana, la que hizo su aparición en Francia a mediados del Siglo XVII. Fue conocida por los anglosajones como Small Sword o Town Sword y entre nosotros como Espadín Dieciochesco, por haber imperado en  ese siglo. Fue la última espada portada por los civiles los que abandonaron su uso en forma  genérica poco antes de despuntar el Siglo XIX y confinando así al Espadín a los ámbitos diplomático y cortesano. Todavía puede apreciarse en el Small Sword un breve recazo, pero ya no como porción desnuda de la espiga sino ornamentada continuación del  puño y que,  junto a un brevísimo pas d’ âne,  rematan en el plato  plano o cóncavo que separa el arriaz de la hoja. (3)

Debe señalarse que la presencia de un sector de la hoja desprovista de filo, había sido obviada en numerosas armas blancas. Tal el caso de algunas Broad Swords, en las que una empuñadura de tipo cesta o canasta, impedía el deslizamiento accidental de la mano hacia el filo o la intención deliberada de buscar un punto de apoyo. En otras, no es posible distinguir al recazo como porción diferenciada de la hoja, pero si observar a partir de la cazoleta el espesor máximo de la misma (hombro), que afinando de mayor a menor concluye en el filo.
 
.Palacio Ducal de Venecia. Sala de las Armas Antiguas. 

La mayor parte de la nomenclatura aplicable al arma blanca en general, lo es al Cuchillo (arma-instrumento), en particular. El utilizado por nuestros paisanos, deriva de la Daga Mediterránea y carece por ello de recazo,  presentando en su lugar botón de hoja. Este último puede ser cuadrado o bonaerense o redondo u oriental. La hoja de contorno triangular presenta su base desprovista de filo, resguardando así la mano, y   llamada por esa razón “gavilán propio” entre la gente de campo.

En los plegables y de bolsillo se observa una espiga. Esta comprende una porción visible en la que se distinguen el mentón y el hombro y una oculta que le permite girar dentro del bolster, al que la une un remache pasante. El mentón impide que el filo golpee el resorte, en el supuesto de existir este, al plegarse la hoja dentro de la empuñadura.

Cabe por último y a fin de completar la nomenclatura, citar el término choil, el que alude a un breve recodo que forma la hoja sólo visible en algunos cuchillos. Albert N. Hardin Jr. (4), describe al choil como “la porción vertical de la hoja comprendida entre el recazo y el comienzo del filo”. La comprensión acabada de este concepto requiere de una explicación previa, la que consistirá en señalar que el autor  define como eje  vertical del arma blanca, a la línea imaginaria y perpendicular al lomo y filo de la hoja. Hecha esta aclaración podremos fácilmente visualizar al choil como a una brevísima porción vertical o cuasi vertical de la hoja. Llamado también “cut out of the blade”, el choil puede ser definido como un perfeccionamiento del recazo, e impedirá que el dedo índice eventualmente apoyado en aquél resbale accidentalmente hasta el filo.

 D. Venner (5), en oportunidad de detallar la nomenclatura aplicable al Bowie Knife, parece circunscribir al choil la conocida expresión francesa “talon de lame”. Su par francés R. Barincou (6) por su parte, identifica a nuestro juicio con buen criterio las expresiones “ricasso y talón”.

Concluiremos señalando que en la actualidad las expresiones: recazo, talón, hombro, espiga visible y hasta la españolísima bigotera, designan una sola y misma cosa. Esto es la porción de hoja sin vaciar, limitada por la espiga y el comienzo del filo, destinada a  brindar una mejor sujeción (dando un punto de apoyo al dedo índice), así como a conceder mayor fortaleza a la hoja en sus vecindades con la empuñadura.
 
.Hôtel des Invalides. Musée de l'Armée. Paris .
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Referencias, Notas y Vocabulario:
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(1)   Harnois Blanc o Armadura de Placas, por oposición a la Cota de Malla utilizada hasta el Siglo XIII y consistente en anillos metálicos soldados o entrelazados. El Estoque fue utilizado también apoyando el hombro contra el pomo, a fin  de facilitar la penetración en los intersticios de la armadura, una vez que el caballero había sido derribado. El recazo fue complementado en algún caso mediante la incorporación de un anillo ubicado entre la guarnición y la hoja, ya que el dedo índice podía ser cercenado, al quedar ubicado fuera de la protección de la cruz. Otra arma característica de esta época fue el Falchion, provisto de ancha hoja con el peso acumulado hacia la punta y un solo filo corrido al exterior.
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(2)   El Rapier o Espada Ropera (llamada así entre los españoles por ser usada con la con la ropa de vestir), es arma de punta y corte. Posee larga y aguda hoja de sección romboidal y vaciada a dos mesas, u oval pero siempre con filos completos corridos al interior y al exterior. Fue frecuente utilizarlo con una pequeña rodela en la mano izquierda, aunque mas adelante se desarrolló una técnica de esgrima basada en la utilización del Rapier con una Daga en la siniestra. En Europa culminó su evolución con la Espada de Lazos y la de Taza española provista de largos y rectos gavilanes. En Francia fue conocida como Epee Rapiere y fue mencionado por primera vez en un documento de 1474. Grenón por su parte sostiene que la palabra Rapier  proviene del francés “raspiere” equivalente a “raspadera (Sic). (Pbro. Nicolás Grenón SJ. Sables Históricos. Córdoba 1933). También es frecuente observar la utilización de los términos Rapiera, Rapiero y Stricia. El bigote es un ensanchamiento en el extremo inferior de los brazos de la empuñadura que se cierran hacia la hoja. Es atravesado en su interior por el recazo y sirve de punto de fijación para la taza, mediante tornillos o remaches. No debe ser confundido con los bigotes. Estos últimos son los espesores romos de la bigotera y se forman a uno y otro lado de una hoja de doble filo vaciada a dos mesas.
El arriaz del Rapier evolucionó hacia formas sumamente complejas compuestas de: aro, gavilanes, brazos, lazos, puentes, arcos y volutas (Swept Hilt). En su concepción básica, presenta un puño provisto de guardamanos, brazos inferiores de la guarnición  y una cruz con gavilanes rectos o vueltos en sentidos opuestos. En el último caso, el gavilán de guardia asciende hacia el pomo y el de parada baja hacia la hoja; alejándose ambos en dirección opuesta al eje del arma. Ello evitaba que los golpes parados al adversario, resbalaran y dañaran el propio antebrazo. En cuanto a la palabra gavilán procede del árabe colibán que significa garfio o uña del gavilán. (Vid Grenón O.C.)
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(3)  Gerald Welland extiende el termino recazo al plato plano o cóncavo del Small Sword; presuntamente por servir de apoyatura a los dedos, confiriéndole  expresamente la función de ornamentar y estabilizar el arma. La expresión pas d’âne rings aplicada al Small Sword, corresponde  a brazos de la empuñadura, en lo que están contestes C. Blair (European and American Arms, 1962) y José Miguel Echeverría (Coleccionismo de Armas Antiguas, 1978). Otras denominaciones aplicadas al Small Sword  fueron Court  Sword o Walking Sword. Una mirada especial merece el diseño del conde sueco John Philipe Von Königsmark, vulgarmente conocido como Colichemarde. Este se caracterizó por un primer tercio o forte de la hoja de considerable anchura y longitud, en contraposición con un estrechamiento notable en el medio y el débil de la misma. El antecedente del Small Sword pudo haber sido la Flamberge y su post-contemporánea inmediata (c. 1780) la Pilow Sword.  Provista de puño, pero sin cruz ni cazoleta y así llamada por guardarse bajo la almohada o junto a la cabecera de la cama, a fin de repeler el ataque de un asaltante nocturno. Las Espadas de Caza también fueron usadas por los civiles para su defensa personal. Mas cortas, encabadas en asta o hueso, con hojas rectas o provistas de una suave curvatura con un solo filo corrido al exterior y guardamanos de estribo. Los oficiales de la Armada Británica, necesitados de espadas mas cortas para blandir a bordo, también hicieron uso de ellas. (Vid R. J. Wilkinson – Latham. Pictorial History of Swords & Bayonets, 1973)
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(4)   Albert N. Hardin Jr. The American Bayonet (1776 – 1964), 1966
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(5)   Dominique Venner. Dagues et Couteaux, 1983
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(6)   Robert Barincou. Le Bowie Knife. Gazette de Armes. Nro. 50, Jullet – Aout, 1977
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Nota: Trabajo presentado en 2000 como parte de la monografía "Tres estudios sobre armas blancas", para la aprobación del curso Historia de las Armas en el Museo de Armas de la Nación.
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sábado, 21 de julio de 2012

Ante un cuchillo de Lavalle

 
El cuchillo de Lavalle
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por  José Luis Mignelli
                                                  
                                                         Lo que Lavalle haga como valiente,
                                                         muy raro será el que lo imite y el que
                                                         lo exceda ninguno.
                                                                                                  San Martín
 

Una sala del MHN alberga una vitrina con objetos que pertenecieron al General  Lavalle. Entre ellos, destaca un cuchillo de fina factura con  vaina metálica. Si a primera vista su diseño corresponde al de un cuchillo criollo, una mirada pormenorizada encontrará similitud con el Dirk Mediterráneo; arma blanca de la que aquél deriva, utilizada en el sur de Francia, Italia, Cerdeña  y España, a partir de la última mitad del siglo XVII. La pieza en cuestión posee cabo de metal facetado con sección tronco cónica, la que remata en su extremo superior en una cabeza de hombre con  rostro barbado y bifronte que hace las veces de pomo. La hoja con  inscripción “cast steel” y punzón de fabricante es de contorno triangular, aunque no enteramente isoscélica. Vaciada a una mesa, presenta lomo cuadrado con contrafilo en su último tercio; filo, punta, gavilán propio (choil) y botón redondo al estilo oriental. El nombre del General y su grado están grabados en la empuñadura. Cuchillo y vaina observan ambos dos, el número interno de registro (f 1543). La documentación sobre la pieza existente en el museo, es escasa. El legajo en cuestión lleva el nro. 2234 y se compone de una página y una fotografía en blanco y negro del cuchillo y su vaina. No existe información sobre la fecha de ingreso,  ni sobre la persona del donante. Contiene sí, una descripción (no fechada), suscripta por los Sres. Alejo B. González Garaño, Enrique Vidal y Ricardo Zabala, que en lo sustancial dice:

“... Cuchillo de plata, que perteneció al General Juan Lavalle. Medidas: largo de la cuchilla 0,36 ½ mts., de la vaina 0,27 mts.”

“...  Hoja de acero recta, de doble filo en la punta, lomo cuadrado, sobre una de las mesas lleva grabada la marca de fábrica, representada por un cuerno de caza...” (Sic)

El  extremo de la espiga está remachado y pulido sobre la cabeza de hombre, presentando el  cabo ocho facetas en forma de hojas labradas de las cuales dos,  coincidentes con el espesor y filo de la hoja son más anchas. Se observa en el lomo y junto al botón, cinco líneas oblicuas no originales en dirección ascendente de  izquierda a derecha, formando la última de ellas una “V” recostada. La  vaina, ornamentada con motivos florales y un gorro frigio sobre un haz de luz, ambos enmarcados en un óvalo, posee boquilla, agarradera y botón.  Parece excesivamente larga  y su decoración no guarda relación con la de la empuñadura.

El acero fundido (cast steel), utilizado en la hoja, fue desarrollado c. 1742 por el relojero inglés Benjamín Huntsman (1707- 1776), quien lo obtuvo fundiendo  trozos de una barra de acero ampollado (blister steel), en un caldero al que se había agregado carbono. Se caracterizó por su flexibilidad y su primer uso fue en cuerdas para relojes. El acero para cuchillería utilizado en Inglaterra, había transitado tres etapas: Blister, Shear y Cast Steel.

El punzón del fabricante consistente en un cuerno de pólvora, identifica a Michael Hunter & Son (c. 1780), de Sheffield, Inglaterra. Bajo la dirección de Michael Hunter 3ero  (1821 – 1896), la firma  también  exportó cuchillos a Sudamérica bajo las marcas “Fuerte” y “Llama”. (1)

Al contemplarlo, nos preguntamos si el jefe unitario lo habrá llevado consigo en su última y trágica “Campaña Libertadora”, cuando en Agosto de 1840 y tras su derrota en Sauce Grande a manos de Echagüe, desembarca en San Pedro dispuesto a caer sobre  Buenos Aires para  derrocar a Juan Manuel de Rosas.

Victorioso en escaramuzas iniciales, pocas simpatías hizo su ejército en las poblaciones rurales que encontró a su paso, excepción hecha de Echeverría, quién retirado en el Tala salió a su encuentro. Tras el fracaso, lo estigmatizaría en el poema “Avellaneda” con los versos:

                                     Todo estaba en su mano y lo ha perdido
                                     Lavalle es una espada sin cabeza
 

En su campamento de Merlo y con la ciudad a la vista, se demoró a la espera del Mariscal Baudin, quién presuntamente proveniente de Francia con una fuerza de desembarco, le brindaría apoyo ocupando Retiro o Recoleta al norte de la ciudad. Se movió luego  hacia  Navarro y Giles, al enterarse  que habían sido alertadas las milicias de Santos Lugares y que 2000 infantes al mando de Mansilla y Guido, se habrían concentrado en la Plaza de la Victoria  dispuestos a repeler la invasión.

La deserción e indisciplina comenzó a manifestarse entre sus hombres, lo que lo llevó a iniciar su funesta marcha hacia el norte. En carta a su esposa, fechada el 12 de Octubre de 1840 en el Cantón de San Pedro, 8 leguas al norte de Santa Fe,  dirá: “... los triunfos de este ejército no hacen conquistas sino entre la gente que habla; la que no habla y pelea nos es contraria y nos hostiliza como puede. Este es el secreto, origen de tantas y engañosas ilusiones sobre el poder de Rosas, que nadie conoce hoy como yo.” (La Campaña Libertadora  del General Lavalle (1838 – 1842). Págs. 598/600. La Plata, 1944.)

Tras angustias y vicisitudes (2), Oribe lo alcanzó en Quebracho Herrado (28/XI/1840), infiriéndole una terrible derrota. Un mes antes había conocido la firma del tratado Mackau – Arana que ponía fin a la Intervención Francesa de 1838 – 40. Excluído en principio de la amnistía que el dictador porteño concedió al resto de oficiales y tropa, se le ofreció sentar plaza en el ejército francés con grado de mariscal. Razones de honor le impidieron aceptar. También Rosas, consecuente con su permanente política de seducción del adversario, le hará llegar una oferta que también rechazará. Portador de la misma fue el General Mansilla y consistía en la deposición inmediata de las hostilidades, la libre elección del lugar para  su  residencia y el encargo de una misión diplomática en el exterior,  cuando hubiere una vacante disponible.

El año 41 encontrará a Lavalle inactivo en el campo militar,  pero transitando su Carpe Diem con Solana Sotomayor a la que sucedería luego Damasita Boedo. Finalmente sobrevino Famailla (19/IX/1841); desastre del que logró evadirse merced a la baquía del célebre José Alico. (3) Dividido el resto de su ejército y con apenas doscientos hombres pondrá rumbo a Jujuy. En la noche del 8 de octubre de 1841, levantó su campamento en los Tapiales de Castañeda, pero ocupó con su escolta  la casa de Zenarruza en el barrio de San Francisco. (4) Allí mismo y a la mañana siguiente, el General Juan Galo de Lavalle, héroe de Riobamba e Ituzaingó, encontrará la muerte en un confuso episodio con una partida federal. José María Rosa sostiene que un Lavalle abrumado pero firmemente determinado a no caer en manos del enemigo se infiere la muerte por mano propia, secreto que habría sido celosamente guardado por sus allegados. (5)

Recuperado el cuerpo por sus fieles, fue conducido a través de la Quebrada de Humahuaca y descarnado finalmente a orillas del arroyo Huancalera. Otro cuchillo, el del Coronel Alejandro Danel quién ejecutó las ingrata tarea, sería el instrumento de cirugía improvisado en la ocasión. Danel obsequió más tarde ese cuchillo - “mi humilde cuchillo” lo llama en su autobiografía - así como la bala que extrajo del cuerpo, al General Paunero. (6)
El final trágico de Lavalle ilustra el de la Coalición del Norte en su conjunto. Atrás quedaban sus proclamas federales en el litoral, el estigma de mero “auxiliar” epilogado con el desdoroso ofrecimiento de Halley, el reproche y consiguiente abandono de la emigración y la indisciplina de sus fuerzas, sumada al creciente desaliño en  su persona que alarmara a Lamadrid  y a Paz.
Los huesos de Lavalle encontraron finalmente reposo en su primer enterramiento, la Catedral de Potosí.

Glosario:

Blister steel: Método primigenio para la obtención del acero, consistente en la carburización del hierro. El producto final ofrecía una superficie ampollada (blister). En una evolución posterior, varillas de acero blister eran fundidas en una sola de mayor volumen, mediante caldeos y martillado sucesivos, mejorando así la distribución del carbono (shear steel).

Botón: Resalte o tope en la base de la  hoja de algunos cuchillos. Delimita las mesas del punto de nacimiento de la espiga. En el Río de la Plata se lo distingue por su forma en cuadrado o bonaerense o redondo u oriental.
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Choil: Porción vertical o cuasi vertical  de la hoja, comprendida entre el recazo o el botón (en su caso) y el comienzo del filo. Entre nosotros se lo ha denominado “gavilán propio.” (Ver al respecto “Esgrima Criolla”, de Mario Alberto López Osornio”, El Ateneo, 1942, Pág. 34)

Dirk mediterráneo: También llamado Daga Mediterránea. Arma blanca de hoja triangular,  provista de uno o dos filos, sin cruz y con botón de hoja.

Espiga: Apéndice o vástago de la hoja que permite fijarla al cabo.

Mesa: Plano de la hoja. Se cuentan sólo las de un lado.

Tercio: Una de las tres  partes  en que se divide idealmente una hoja. Primer tercio, fuerte o alto,  segundo tercio o medio y  tercer tercio,  flaco, fino o débil.

El cuchillo de Lavalle. Nomenclatura
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Punzones de la firma Michael Hunter & Son de Sheffield, Inglaterra
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Bibliografía  y Referencias:
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(1) Al respecto puede consultarse provechosamente:
     Abel A. Domenech. "Cuchillos de exposición Joseph Rodgers", 1999
     Geoffrey Tweedale. "The Sheffield Knife Book", 1996
     Richard Washer. “The Sheffield Bowie & Pocket Knife (1825 – 1925)”, 1974.  
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(2)   Entre las que cabe mencionar su estadía en Campo Calchines, Santa Fe, cuyos pastos infestados de “mio mio” diezmaron sus caballadas.
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(3)   Alejandro Ferreira, baqueano unitario conocido como José Alico o Alicu.
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(4)   También conocida como casa de Leocadia Zenavilla de Alvarado...
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(5)   José Maria Rosa. “El Cóndor ciego. La extraña muerte de Lavalle”, 1974.

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(6)   Patricia Pascuali. “Juan Lavalle. Un guerrero en tiempos de revolución y dictadura”, 1997.
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Agradecimientos: A la Sra. María Rosa Espinoza, Jefe del Dpto. de Documentación del Museo Histórico Nacional y al Lic. Carlos Larrosa, por haberme permitido en 2000, estudiar “in situ” la pieza, así como consultar el legajo correspondiente.   
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